Como uno de los componentes del grupo no pudo participar en la última sesión práctica, hemos podido añadir una visión externa de las actividades realizadas y el efecto que han causado en los compañeros.
En la primera fase y a modo de calentamiento, se jugó al Comecocos. Tan solo podían desplazarse siguiendo las rayas marcadas en el suelo y esto provocaba a menudo encontronazos divertidos y técnicas de esquive muy graciosas. En su conjunto, ver a los compañeros moviéndose sin cesar e intentando evitar ser pillados entre risas, gestos y gritos, fue muy entretenido y además se notaba que se lo pasaban en grande.
Otro ejercicio fue el del Cíclope. Nada más oír la explicación, las caras de los compañeros se convirtieron en todo un poema. Algunos reían, otros agitaban las manos como diciendo "madre mía" y otros pocos se echaban hacia atrás como intentando escapar de aquello. Está claro que la gran mayoría, al menos al principio, mostraba timidez y vergüenza, ya que tenían que acercarse mucho a la cara de los compañeros y entraba en juego la improvisación de cada uno de ellos, dando lugar a movimientos inesperados. No obstante, a los pocos minutos, todos parecían más relajados y daba la impresión de que se dejaban llevar por el momento. Pasó de ser una actividad algo incómoda a un juego de complicidad y coordinación.
Después de esto, la siguiente actividad consistió en moverse libremente por el espacio limitado (medio campo) simulando que una parte del cuerpo les arrastraba y ellos se dejaban llevar. Visto desde fuera, parecía que se libraba una batalla dentro de ellos mismos, como si algo les empujara y ellos se resistieran. El efecto era peculiar pero divertido y resultó curioso ver las partes del cuerpo que escogían algunos de los compañeros para dejarse arrastrar: un pie, el culo, la mano, la cabeza, un codo...
Después de esto y con el fin de tomar un poco de aire, vimos un vídeo sobre una actuación de David Zambrano junto con otros muchos bailarines importantes. Lo singular de esta actuación era que estaba basada en la improvisación de los componentes. Se movían por el espacio jugando con la luz y las sombras, mediante giros, espirales, cambios de ritmo y con más recursos que los compañeros apreciamos que justamente habíamos tratado en las actividades anteriores. En definitiva, se dejaban llevar por las circunstancias del momento, siempre abiertos a cualquier detalle que les inspirara un movimiento u otro, abiertos a la improvisación.
La siguiente actividad consistiría en tomar como modelo el vídeo e intentar reproducirlo siguiendo, como no, el instinto de cada uno y la espontaneidad. El resultado fue mejor de lo esperado, pues todos se sintieron bastante cómodos y compenetrados a la vez que disfrutaban.
Con el fin de probar nuevos movimientos, repitieron el ejercicio de improvisación. Al igual que en la anterior vez, con la música del vídeo de fondo, pero cambiaron la manera de empezar. En la primera tomaron como inicio el ejercicio del muelle, practicado en clases anteriores. En esta ocasión, comenzaron desde el suelo, dando más juego a la hora de moverse, ya que podían levantarse de inmediato o continuar unos minutos en el suelo.
Después de esto, se propuso hacer una improvisación con la misma música e intenciones pero en el hall de la Universidad, con espectadores y con otro espacio y elementos arquitectónicos distintos a los del gimnasio. Además también se sugirió que fuera grabado en vídeo para poder analizarlo después y poder llevarnos un bonito recuerdo de la experiencia. Parece ser que la idea gustó, pues nos pusimos de acuerdo para vestir ese día todos de negro e incluso marcarnos la cara con pintura y así causar mayor sensación de grupo.
Tras concretar los detalles del proyecto que llevaremos a cabo el próximo jueves en el descanso, aquellos compañeros que tenían antifaz se acostaron con los ojos tapados, quedando en completo silencio y sin poder moverse. El resto debían desplazarse entre ellos a distintos ritmos para que éstos lo oyeran, tocarlos, moverlos, cambiarlos de posición, etc. con total libertad, de la manera que ellos quisieran o lo que les sugiriera. Los que se encontraban tumbados con los ojos tapados dijeron al finalizar la actividad, que había sido muy relajante a la vez que inquietante.
Para finalizar, por grupos y en 15 minutos tuvieron que preparar un ejercicio donde utilizaran el espacio que les rodea y jugaran con sus elementos, que no eran pocos, pus tenemos la enorme suerte de tener un gimnasio con una disposición muy positiva para realizar este tipo de montajes: una larga rampa, una cristalera opaca que proyecta sombras vistas desde el interior, una mesa con ruedas, pizarras, escaleras, columnas, etc. Algunos de los grupos quisieron mostrar sus interpretaciones al resto. Fue muy divertido y los montajes fueron muy originales. Todos coincidimos en que la cristalera de la entrada y el juego con las sombras fue espectacular, el resultado era asombroso.